Traje desde Brasil dos cuadros de mariposas disecadas, como objetos de recuerdo de ese viaje, para dos de mis mejores amigas; ambas han dado a luz dos hijitas, que tendrán ahora, poco más de dos años; me confiesan que, mientras la hija de una de ellas sonríe al mirar fijamente el cuadro de la mariposa e intenta imitar el aleteo con sus manitas, la otra niña, si de modo casual, mira fijamente el cuadro de la mariposa, se pone a llorar.
En el post de versos de Mateo Rello (Badalona. España, 1968).
EL HOMBRE DE LA LÁMINA ANATÓMICA
Pensé que estabas muerto,
que tu lámina anatómica
era un infierno sin eternidad.
Tu sin piel, tu sin carne,
todos los músculos expuestos
impúdicamente,
pero vivos los ojos,
presos de loca determinación:
un rencor alcantarillado
–si algún día-,
mirando fijamente a quien mirara,
todo el la actitud amenaza muda,
-si pudiera-,
y tan parecido a los conejos del mercado.
Los niños te mirábamos con asco,
Yo soñaba contigo y temía
tu venganza.
Vuelves algunas noches o si veo
en otros desollados, infelices
congéneres tuyos
el mismo odio
vivo en esos ojos,
presos de idéntica,
feroz determinación.
Mateo Rello.
